Wedekind |
Antes
de aparecer el Dadá el cabaret era un espectáculo asentado en las
veladas nocturnas de varias ciudades alemanas como era el caso de
Munich. Estos cabarets eran lugares donde se discutían ideas y donde
se realizaban actuaciones con un marcado carácter irónico y
transgresor. En estos espectáculos se dio a conocer una figura
excéntrica e incómoda para la sociedad burguesa de la época.
Wedekind realizaba sus acciones de carácter transgresor, provocador
y en contra de la moral establecida. Se trataba de un antiburgués
que utilizaba la mayoría de las veces el sexo como detonador para su
cruzada contra la censura, lo que le causó el sufrimiento en sus
carnes de una serie de penurias y persecuciones que acabaron en
prisión y en exilio.
Pero no sólo Wedekind fue considerado un sujeto peligroso e
incómodo, pues Kokoschka también fue clasificado como
un individuo provocador, como una figura excéntrica que ofendía la
moral pública y el gusto de la sociedad vienesa, profundamente
conservadora. Su obra Mörder, Hoffmung der Frauen provocó
una dura crítica y una violenta reacción en la sociedad debido a su
argumento, basado en el asesinato de una mujer a manos de un hombre.
Junto a Kokoschka aparece la figura de Hugo Ball, quien intentaría
reunir a varios artistas como Kandinsky, Marc, Klee o el propio
Kokoschka, con la intención de crear una obra de arte total, basada
en la unificación de las diferentes disciplinas, posibilitando así
la creación de representaciones a gran escala, como lo había
propuesto el propio Wagner. El fin que se quería alcanzar con estas
estrategias era la regeneración de una sociedad corrompida y
fustigada por unas normas morales que obligaban a una fuerte
represión.
Hugo
Ball y Emmy Hennings decidieron crear en Zurich un cabaret similar a
los que habían existido en Munich, al que llamaron Cabaret Voltaire
(1916). Este local se convirtió en un lugar de asidua reunión para
muchos artistas, donde la exigencia del público y las actuaciones
diarias obligaban a mantener un ritmo agotador. Entre otras muchas
novedades que se generan en el Cabaret Voltaire surge la poesía
simultánea y la poesía sonora. Aunque
el Cabaret funcionaba de manera diaria y conseguía atraer a una gran
cantidad de público, sus principales representantes mantenían
opiniones contrarias respecto a su futuro. Algunos como Tzara creían
en el potencial del cabaret como llave de entrada para el asalto de
París, Ball y Huelsenbeck creían que lo que sucedía en el cabaret
nunca debería crear una escuela, siendo estos últimos los que
acuñaron el nombre de Dadá al grupo. A los cinco meses de vida, el
Cabaret Voltaire tuvo que cerrar sus puertas debido al descontento
del propietario.
Cuando
Dadá se hizo público en Zurich, Hugo Ball había comenzado a estar
un tanto descontento con la dirección que estaba tomando el
movimiento, pues se oponía a hacer de él una tendencia artística.
A pesar de las diferencias existentes entre Ball y Tzara, se creo una
la Galerie Dadá, cambiando su esencia de la performance espontánea
a un programa de galería más organizado y didáctico. La galería
tenía un carácter transformador que le permitió ser un lugar de
reunión para damas de clase alta, por la tarde un espacio para las
filosofías más esotéricas y por la noche se revivía el ambiente
del cabaret de Zurich. Ball y Huelsenbeck perdieron todo interés por
la galería y decidieron apartarse del grupo. El
Dadá en Alemania adquirió un nuevo significado debido al contexto
berlinés, aunque la primera manifestación Dadá seguía manteniendo
el espíritu de Zurich. Con el paso del tiempo el movimiento, con
Huelsenbeck, Hausmann, Preiss y Grosz, se propuso destruir y expulsar
al expresionismo de las fronteras de la ciudad y adoptó una posición
contraria al arte abstracto. El Dadá se convirtió en un movimiento
cargado de crítica e ironía, y gracias a su nuevo carácter más
agresivo logró hacerse un importante hueco en la ciudad, sirviendo
de reclamo a muchos artistas y curiosos que querían disfrutar de las
actividades que proponían los dadistas berlineses, como
competiciones entre máquinas de escribir y de coser, poemas
recitados simultáneamente u obras de teatro realizadas con
marionetas en las que se insultaba al público.
Hugo Ball y Emmy Hennings |
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